El plan de la semana en Madrid

FELIZ VUELTA AL COLE A TODOS!!


DENTRO DE POCOS DÍAS TENDREIS DISPONIBLES NUEVOS PLANES PARA QUE ESTE OTOÑO DISFRUTEIS LA CIUDAD MÁS QUE NUNCA.


BESITOS


domingo, 25 de septiembre de 2011

El programa Erasmus (European Region Action Scheme for the Mobility of University Students)

Desde hace ya algunos años y, como síntoma de la modernidad de nuestro país, no hay estudiante universitario que se precie que no decida pasar un larga temporada en el extranjero. El objetivo: aprender otro idioma, obtener un perfil más competitivo que les ayude a traspasar las barreras del mercado laboral, llenar la maleta de vivencias y, por supuesto, aprender a manejarse en un mundo cada vez más globalizado.


El programa Erasmus fue creado en 1987 por iniciativa de una asociación estudiantil y es el encargado de apoyar y facilitar, cada año, la movilidad de cientos de alumnos y profesores alrededor de los distintos países que componen la unión europea.


El programa Erasmus es famoso por sus fiestas y por lo fácil que supuestamente les resulta a los estudiantes españoles aprobar el curso en el extranjero. Sin embargo, lejos de lo que dice la rumorología y de lo que pueda parecer, no es nada fácil desenvolverse en un país nuevo.


Primero están los preparativos que, siempre llegan cargados de ilusión, nervios y algo de miedo. Maletas kilométricas con sobrepeso, fiestas de despedida, lágrimas furtivas de unos padres preocupados…


Luego está la llegada a una ciudad que, a primera vista, es hostil y te recibe con un idioma que creías entender y en el que no eres capaz de pronunciar ni los buenos días. Es el llamado miedo escénico!


Superadas estas dos fases y, todavía con los baúles llenos de ropa en un hotel o albergue juvenil, llega la búsqueda de residencia. Agobios por conseguir una habitación bonita, con ventanas y apta para estudiar. Luchas con los responsables del “housing”. Interminables caminatas por la ciudad…


Hasta aquí pocas cosas diferentes a las que te encuentras en un viaje de ocio, pero entonces…empieza la cuarta fase: la semana de orientación. Gente nueva de distintas partes de Europa, mezcla de culturas, millones de tareas burocráticas por atender, nuevos horarios, nuevas rutinas…en fin una primera inmersión en el sistema universitario local.


Cuando crees que ya no te cabe nada más en la cabeza y tus nervios están a puntito de desbordarse…empiezan las clases!! Con ellas suele llegar un segundo momento de desesperación que te lleva a preguntarte ¿quién me mandaría a mí venirme a este país? ¿Cómo voy a aprobar todo? ¿Quién es el listo que dijo que esto era fácil?


Pero es entonces cuando, como por arte de magia, todo empieza a encauzarse y, de repente, tu oído entiende mejor el idioma y hasta eres capaz de expresarte!! Es entonces cuando los estudiantes empiezan a disfrutar de su año, de las fiestas, de la multiculturalidad. Es entonces cuando la maleta, ya vacía de ropa, empieza a llenarse de anécdotas, buenos momentos, vivencias…


Como podéis ver, septiembre es un mes duro no solo para los trabajadores con depresión post-vacacional, sino también para los cientos de Erasmus que, en general, por primera vez en su vida se tienen que esforzar por aprender a vivir en un mundo cosmopolita, globalizado y muy exigente.

Mucho ánimo a todos y creerme…en octubre ya no querréis volver a España!!!

lunes, 12 de septiembre de 2011

Teo va al mercado

Desde pequeña me han encantado los mercados de barrio. Todo empezó cuando con 10 añitos me regalaron una colección de libros infantiles en los que un niño pelirrojo y muy simpático nos contaba sus aventurillas diarias. Así, en uno de los cuentos, Teo (el niño pelirrojo en cuestión) acompañaba a su mamá al mercado. Las ilustraciones eran tan bonitas…las frutas, verduras, quesos y demás variedades casi se salían del libro!! Para recrear estas escenas algunas veces acompañé a mi madre al mercado y realmente fueron días muy divertidos en los que, además, siempre algún tendero amable te regalaba un colín o una piruleta o un trocito de jamón.

Años después el barrio empezó a llenarse de supermercados e hipermercados que, con sus grandes ofertas y su amplitud de horarios, fueron restando clientela al pobre mercado que finalmente acabó por cerrar. Este hecho se repitió por todo Madrid y se fueron perdiendo sitios tan emblemáticos como el mercado de San Miguel o el de San Antón.

La parte buena de la historia es que, como bien dice mi abuela, las modas siempre vuelven tan solo es una cuestión de esperar y…efectivamente así es!! Las nuevas tendencias gastronómicas, la alimentación ecológica y el placer de recuperar lo antiguo han hecho que la sociedad tome conciencia de lo maravillosos que eran estos sitios y luche por recuperarlos.

Primero fue el mercado de San Miguel el cual, días después de su inauguración ya estaba en boca de todos y no había quien se tomara una de sus famosas ostras con champán. Hoy le ha tocado el turno al mercado de San Antón que, convertido en un edificio moderno en medio de Chueca, ha sabido cautivarnos a todos con sus tres plantas de alimentos de alta calidad, bares y restaurantes.

Espero veros por allí pronto porque os aseguro que es uno de los mejores planes para estrenar el otoño en Madrid!!

xoxoxo

Por si te pierdes por el blog, o por la web...